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Barranco y Cuevas de La Barranquera

El Barranco y Cuevas de La Barranquera de La Laguna es considerado como una zona arqueológica por el Decreto 214/2005 de 24 de Noviembre por la Consejería de Educación, Cultura y Deportes.

La Zona Arqueológica se localiza sobre un acantilado costero, extendiéndose desde el nivel del mar hasta una cota que oscila entre los 25-70 m.s.n.m., al oeste del núcleo habitacional de La Barranquera, entre el Barranco del Tanque y el Barranco de Chamorro, en la costa de Valle Guerra. Se distinguen dos grandes sectores separados por el promontorio lávico de la Punta del Jurado, que se adentra en el mar.

Desde el punto de vista geomorfológico, el área se configura como un gran apilamiento de coladas basálticas de la Serie III. A lo largo del acantilado, la erosión diferencial ha abierto numerosas cuevas y oquedades en aquellos estratos más vulnerables -piroclastos, tobas o niveles más superficiales escoriáceos de las coladas- frente al carácter masivo y resistente del interior de la colada basáltica, propiciando la proliferación de cavidades que fueron utilizadas por la población prehistórica de la isla como recintos habitacionales o nichos funerarios.

Desde el punto de vista de los valores naturales de este ámbito, la vegetación dominante se caracteriza por un tabaibal-cardonal relativamente bien conservado y rico florísticamente, encuadrado dentro de la alianza Kleinio-Euphorbion canariensis. Sobresalen las tabaibas dulces (Euphorbia balsamifera), el cardón (Euphorbia canariensis), el cornical (Periploca laevigata), el tarajal (Tamarix canariensis), así como un rico cortejo de especies que acompañan a las anteriores, junto a matorrales seriales fruto de la degradación de las comunidades climáticas. Las masas de tarajales alcanzan en algunos puntos tal densidad e impenetrabilidad que, posiblemente, alberguen vestigios arqueológicos que no han podido ser documentados por las labores de prospección. La existencia de una extensa rasa marina, al descubierto durante la bajamar, propicia la riqueza faunística, en especial de especies intermareales y avifauna marina.

Las principales unidades arqueológicas documentadas en la zona son las siguientes:

Un conjunto de cuevas sepulcrales abiertas en las abruptas márgenes del Barranco del Horno, que conservan vestigios óseos, malacológicos y cerámicos en superficie, así como algo de relleno estratigráfico en algunas de ellas. Hacia la desembocadura, en la Playa del Roquillo, existen referencias de estructuras de superficie y restos de cabañas con material asociado.

A unos 100 m hacia el sur, y sobre la misma Playa del Roquillo, existe un conjunto de cuevas habitacionales que ocupan diferentes andenes en ambas márgenes de un pequeño y abrupto barranquillo que cae sobre la playa. Se registran algo más de una decena de cuevas naturales -alguna de ellas de dimensiones considerables-, con abundantes vestigios materiales en superficie y signos evidentes de reutilización hasta fechas muy recientes. En sus proximidades, y en dirección sur, aparece alguna cueva de habitación y de naturaleza funeraria abierta bajo un grueso mogote lávico.

Frente a El Roquillo, en un tramo acantilado de menor pendiente y ocupado por un denso tabaibal con tarajales, se perciben indicios de un notable asentamiento de superficie, recogido en la Carta Arqueológica del municipio, en la que se mencionan 40 cabañas localizadas en este sector relativamente próximo a la playa. En la actualidad es posible percibir los restos de algunas de estas estructuras, así como abundante material lítico, cerámico y malacológico en superficie, si bien la exuberante vegetación de la zona dificulta su visualización. Las estructuras más próximas a la playa han sido transformadas por fenómenos de reutilización reciente. En la parte alta de este tramo se abren algunas cuevas de habitación con características similares a las mencionadas con anterioridad.

Hacia el oeste, el promontorio lávico conocido como Punta del Jurado alberga diversos yacimientos: cuevas de habitación, alguna de las cuales conoce en la actualidad un proceso de acondicionamiento mediante la construcción de un muro de cerramiento; un conchero bastante disperso y un área de taller con material lítico y cerámico en superficie.

Al sur de la Punta del Jurado se localiza el complejo de cuevas de El Calabazo, ubicado en el tracto superior del acantilado, por debajo de una pista agrícola e invernaderos adyacentes. Se trata de un conjunto integrado por 7 cuevas de habitación y 2 cuevas sepulcrales, parte de cuyos materiales fueron extraídos hace décadas. La principal cueva de habitación, cuyas dimensiones son 25,6 x 20 x 4 m, se encuentra protegida por los vestigios de un antiguo muro de cerramiento y fue sometida a «excavación» entre los años 70 y 80, habiendo sido reutilizada por pescadores de la zona. El conjunto del yacimiento ha proporcionado abundantes restos cerámicos, fragmentos óseos y líticos, y, en la cueva sepulcral, se recuperaron restos humanos, cuentas de collar y otros materiales. En la actualidad se percibe abundante material disperso en toda el área.

Desde este punto hasta el Barranco de Chamorro, en dirección SO, aparecen dos grupos de cuevas de habitación. El primero en la parte alta del acantilado, bajo una gruesa plancha basáltica y parcialmente ocultas por la vegetación, y el segundo -y más importante- en ambas márgenes del citado barranco, documentándose 5 cuevas de cierta dimensión, alguna de las cuales conserva un importante relleno estratigráfico.

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