El Caserío de La Hoya de San Miguel de Abona es considerado como un sitio Etnológico por el Decreto 44/2015 de 9 de Abril por la Consejería de Cultura, Deportes, Políticas Sociales y Vivienda.
El Caserío de La Hoya es una unidad de asentamiento de carácter tradicional, en relativo buen estado de conservación, a pesar de algunas alteraciones sufridas en los últimos años, que se erige como uno de los enclaves humanos más antiguos de la comarca de Abona. Existen referencias en las datas relativas a repartos de tierra en este lugar entre 1505 y 1522, si bien la referencia histórica cierta de mayor antigüedad se remonta al siglo XVII, citando a algunos «vecinos de La Hoya». La riqueza del entorno en recursos agrícolas y ganaderos; la abundancia de agua (existen tres fuentes en las inmediaciones, Tamaide, El Lunchón y La Hoya) y su localización estratégica en una encrucijada de caminos entre la costa y Vilaflor, así como entre los caseríos de Abona y el Valle San Lorenzo, constituyen otros tantos factores que justifican el temprano poblamiento de este ámbito de las medianías bajas de la comarca. También ha de destacarse la circunstancia -como indica el topónimo- de que, al localizarse en una hondonada, no es visible desde el mar; quedando a resguardo de posibles incursiones de piratas. El cercano mirador de La Centinela contribuiría a garantizar la seguridad de sus vecinos, como punto de vigilancia y control de las tierras bajas y de la costa.
Hacia 1860 vivía en La Hoya la nada desdeñable cifra de 54 personas, contando el caserío con doce construcciones de una planta y una de dos, en su mayoría habitadas de forma permanente. En 1900 están censados 57 personas y a partir de esta fecha los escasos datos demográficos revelan un descenso paulatino de la población hasta llegar a los 11 en 1960. Recientemente y coincidiendo con la recuperación de algunas edificaciones se ha incrementado ligeramente el número de habitantes.
El conjunto actual está integrado por una decena de construcciones de una sola planta que responden a los esquemas tipológicos de la arquitectura rural del sur de la isla, levantadas con sillares y bloques de tosca pumítica y cubiertas de teja curva a dos aguas, alternando con otras de azotea. Se caracterizan por su planta rectangular, con escasos huecos dotados de rústicas carpinterías tradicionales. El conjunto se completa con una era y se encuentra rodeado de bancales y terrazas de cultivo que son testimonio de la transformación del terrazgo en estas tierras del sur mediante el recurso del sistema de cultivo en jable, de manera que muchos de ellos se mantienen en producción y otros conservan el manto de jable que propiciaba el desarrollo de los cultivos tradicionales en este árido territorio.
Una de las infraestructuras más destacadas vinculadas a los usos desarrollados en La Hoya es el horno de tejas construido a finales del siglo XIX y que muestra un buen estado de conservación. Responde a la tipología de doble cámara, estando el interior recubierto de barro refractario. Sobresale por sus dimensiones, con una altura superior a los 3 m y diámetro de 2,50 m, y constituye un testimonio de la importante tradición alfarera que existió en este lugar y, en general, en todo el sur de la isla.
Saliendo del caserío en dirección a La Centinela un camino empedrado en buenas condiciones conduce hasta la Fuente de La Hoya. Se trata de uno de los tres puntos de abastecimiento hídrico de los antiguos habitantes del caserío y está configurada por un depósito sobre pumitas en el que se almacena el agua que mana de una capa de almagre y junto al que se localiza un conjunto de cazoletas y canales de adscripción imprecisa.
Hacia el este se inicia el camino a la Fuente de Tamaide, situada en la margen derecha del Barranco del Drago. Consta de un depósito principal, labrado en la tosca, del que parte una tajea en mampostería que vierte en una tanquilla destinada al abrevamiento y en una pila utilizada en el pasado como lavadero. Existe, asimismo, otro gran depósito del que se conducía el agua vertiente abajo hacia Aldea Blanca. La importancia histórica de la fuente se asocia a la del asentamiento de La Hoya en su conjunto y no se explica sin este vínculo.
El camino hasta la fuente conserva, casi en su totalidad, su estado original, presentando en buena parte de su trazado el empedrado característico de este tipo de vías históricas.
El caserío no contiene Bienes Muebles Vinculados.