Guía de Isora es considerado un conjunto histórico por el Decreto 27/2009 de 10 de Marzo por la Consejería de Educación, Universidades, Cultura y Deportes.
El casco histórico se articula en torno a la plaza donde se levanta la Iglesia de Nuestra Señora de la Luz, reedificada a principios de siglo sobre un inmueble anterior -cuyos orígenes se remontan a los primeros años del siglo XVII-, que había sufrido diversas ampliaciones y remodelaciones.
El desarrollo urbano se ha vertebrado longitudinalmente, siguiendo las alineaciones de dos vías casi paralelas, fruto del desdoblamiento del antiguo Camino Real: la calle de Arriba y, a espaldas de la iglesia, la de Abajo. Varias calles (Sor Larai, Villanueva, Mentidero, Ayuntamiento) cortan estas arterias principales en sentido transversal, configurando la trama urbana de este centro histórico. Dos de estas calles transversales cierran el conjunto por los costados, hacia el norte y el sur respectivamente: la calle del Pintor Martín González y la calle Tagoro, que enlaza con la de La Vera sin solución de continuidad.
El barranco, que discurre de este a oeste seccionando el conjunto en dos mitades, constituyó hasta el siglo XIX un importante obstáculo a este desarrollo urbano en sentido longitudinal.
El contorno perimetral de la delimitación, que avanza por la espalda de los principales inmuebles a lo largo de las calles del Pintor Martín González, Abajo, Tagoro y La Vera, se amplía hacia el este del conjunto, en dirección a la cumbre. Esta desviación se ha proyectado considerando valores diferentes a los que se han barajado con anterioridad (planimetría histórica, calidad y homogeneidad del conjunto, etc.) y cuya magnitud, sin embargo, no deja de ser importante. En este caso se atiende a la preservación de las perspectivas o de los cauces visuales consolidados; vale decir, a la necesidad de tutelar una zona de especial sensibilidad, dada su elevación, y de prevenir actuaciones que incidan negativamente sobre el resto del conjunto.
Otro de los rasgos generales que definen este centro histórico es que ha conservado su dimensión humana. En las construcciones de nueva planta se han respetado las volumetrías heredadas, de forma que aún es posible afirmar que la construcción más elevada es la torre de la iglesia. De tres naves, con chaflán en la fachada principal y torre en disposición axial, sobre la portada, podría encuadrarse estilísticamente dentro de lo que se ha venido a denominar eclecticismo historicista. En el interior, que aún conserva pavimentos de losa chasnera, las naves aparecen separadas por arquerías de medio punto y columnas de orden toscano. Los artesonados, de par y nudillo, son de cuatro faldones, con tirantes dobles y esquineras, ambos con decoración de lacería. Al presbiterio, elevado sobre graderío, se accede franqueando el arco toral, con las pilastras y el intradós del arco cajeados. El artesonado del presbiterio es ochavado, destacando la decoración tallada de las enjutas.
En la arquitectura civil y doméstica, al margen de las diferentes tipologías, dominan los edificios con cubierta plana. Es característico también el escaso desarrollo de elementos voladizos en las fachadas. Gran parte de la actividad constructiva corresponde a los siglos XIX y XX. Otro rasgo que no escapa a la generalización, por tanto, es la racionalidad y la simetría en la distribución de los vanos en la fachada, una concepción de orden urbano y estética que domina sobre usos más antiguos y de vinculados al agro, donde sólo contaba la funcionalidad.
Dentro de esta tipología de vivienda típicamente rural enclavada en un núcleo urbano destaca la casa emplazada en el callejón de Trujillo, s/n -la única calle que, por otra parte, conserva el empedrado original- de dos plantas, con balcón de balaustres planos sobre la portada. En la calle de La Vera aparecen varias viviendas que, aún con sus funciones originales vinculadas al mundo rural, ya muestran cierta vocación urbana, tanto en la alineación de sus huecos, como en algunos detalles decorativos, caso las típicas orejas en los marcos de las ventanas. Podemos apreciarlo, concretamente, en los números 4, 7 y 8, así como en el número 8 de la calle de Arriba, de tres plantas.
Otros inmuebles, posiblemente de principios del XIX, como el número 10 de la calle La Vera o el que hace esquina con la calle Ayuntamiento (La Vera-Ayuntamiento), ya exhiben la estricta simetría con que se regularizan las fachadas urbanas desde la segunda mitad del XVIII. En el caso del último inmueble destacan otros rasgos característicos: el parapeto en el remate, las ventanas de guillotina e incluso los marcos estriados.
Existe en el pueblo una tipología utilizada con recurrencia en inmuebles de dos plantas a los que se quiere investir de cierta categoría, y que no es otra que la que exhibe huecos estrechos y alargados en forma de arco de carpanel, con amplios marcos lisos, ya sea de madera o de cantería, alineados de forma simétrica y con remate en parapeto. Es el caso del propio Ayuntamiento, del inmueble número 5 de la calle La Vera o del número 1 de la calle de Arriba. Merece igualmente reseña el número 3 de la calle La Vera, otro edificio de porte clásico, aunque con los vanos dintelados, de guillotina, donde destacan los marcos de madera lisa con cornisa en el piso superior.
Aún queda en el casco una nutrida representación de las casas terreras que, aún a mediados del XIX, dominaban en abrumador número en comparación con las sobradas. Las de apariencia más antigua se hallan en la calle de Tagoro -un toponímico que alude a un posible asentamiento aborigen en la zona-; también las hallamos a lo largo de la calle del Pintor Martín González y en las dos calles principales, alternando con otras de más volumetría.
La arquitectura popular de principios del siglo XX se halla cumplidamente representada. Se identifica en viviendas de una y dos plantas con cubierta plana y alargados huecos de doble batiente: las puertas, generalmente con montante acristalado, y las ventanas, de doble hoja, de giro, con una guillotina en cada hoja, tapaluces interiores, marco liso de tres lados y peana en la base. Los números 1 de las calles de La Vera y Arriba, esquina ambas con Los Chorros, y los números 7, 23 y 31 de la calle de Abajo, son representativos. En el caso de esta última vivienda, la número 31, parece haber sido reformada con posterioridad, participando también de la moda ecléctica.
El eclecticismo se difundió con cierto éxito en Guía de Isora, buena muestra de ello son los inmuebles número 25 de la calle de Arriba, el 10 de la misma calle o el número 15 de la calle de Abajo. El racionalismo, una corriente más culta y selectiva, se halla representado por un edificio, el número 12 de la calle de Arriba. Existe, finalmente, una villa de estilo neocanario en la calle de Abajo, frente a la plaza de la Iglesia.