La Cueva de Los Guanches de Icod de los Vinos es considerada una zona arqueológica por el Decreto 125/2005 de 14 de Julio por la Consejería de Educación, Cultura y Deportes.
La Zona Arqueológica se localiza sobre un área bastante llana de la cornisa superior del acantilado de Playa Moreno, a unos 125 m.s.n.m. Se trata de un tubo volcánico cuya boca está orientada al poniente, si bien en su interior presenta varias ramificaciones con salidas externas, algunas de las cuales están taponadas por desprendimientos o alteradas como consecuencia de las modificaciones practicadas por los últimos ocupantes de la cueva, cuya estancia se prolongó hasta mediados de la década de los 90 del siglo XX.
El tubo volcánico es un elemento geomorfológico característico del malpaís de naturaleza basáltica emitido en las últimas fases del Pleistoceno y asociado a alguno de los aparatos volcánicos del Edificio Central de la isla. Su relativa juventud explica la escasa alteración experimentada por las coladas, en las que es muy frecuente la aparición de numerosos conductos y cavidades como la Cueva de los Guanches, aunque de menores dimensiones.
La vegetación de la zona se asimila a una comunidad de tabaibal amargo, rico florísticamente y encuadrado dentro de la alianza Kleinio-Euphorbion canariensis. Sobresalen las tabaibas amargas (Euphorbia obtusifolia), el cornical (Periploca laevigata), así como algunas comunidades rupícolas junto a matorrales seriales.
La boca principal, que actualmente cuenta con una verja de hierro, tiene una altura de 1,85 m, mientras que en el interior la bóveda llega a alcanzar hasta los 3,35 m en las zonas más amplias, lo que favorecería unas condiciones aptas de habitabilidad. No obstante, la longitud del conducto de entrada (10 m) y su orientación contribuyen a incrementar la humedad y oscuridad del recinto, lo que unido a la baja pluviosidad y a los menores recursos de estas zonas costeras respecto a las de medianías, justifican una ocupación exclusivamente estacional del lugar.
En el interior de la cueva y debido a las remociones que ha sufrido, así como por los desprendimientos ocurridos en ella, se ha producido una considerable alteración sedimentológica, que impidieron establecer una secuencia estratigráfica durante los sondeos efectuados a finales de los 70 del citado siglo. No obstante, no se puede descartar la existencia de otros sectores de la cavidad que pudieran contener un depósito sedimentario menos alterado, cuya excavación contribuyera a reconstruir el proceso de ocupación de la misma. En dichos sondeos se encontraron numerosos fragmentos de cerámica a mano, salvo dos piezas modernas a torno; material lítico en obsidiana y basalto; restos de un punzón óseo; cuentas de collar cilíndricas en barro cocido y hueso; vestigios óseos de cápridos, suidos y cánidos; conchas de moluscos marinos, así como una mandíbula inferior humana.
En el ámbito exterior de la entrada principal y en una de las laterales aparece un considerable relleno arqueológico, con abundantes restos de industria lítica sobre obsidiana, cerámica y detritus alimenticios, sobre todo malacofauna, además de fauna terrestre e ictiofauna.
A principios de la década de los 90 del siglo XX, se procedió a la excavación de una de las entradas laterales, con el hallazgo de un enterramiento individual secundario en hoyo, en el que se había depositado parte del esqueleto inferior de un individuo, integrado en un nivel de ocupación definido por una estructura de combustión, así como un repertorio ergológico similar al recuperado en intervenciones anteriores.
En la zona exterior se documenta un conjunto de construcciones artificiales, recintos de planta circular y oval, construidos con muretes de piedra seca en pocas hiladas, que pudieran asociarse a la actividad pastoril y que se extienden hasta el borde del acantilado. Se aprecian vestigios superficiales como los señalados anteriormente por todo el malpaís circundante.

